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Vámonos

Aquí no hay nada que hacer, este mundo está loco. Coge tus cosas y vámonos, unicornio. Mira a tu alrededor ya que puede ser la última vez que veas estas calles. Y esos montes, mira esos montes. Probablemente, tampoco vuelvas a verlos. Además, y en el supuesto improbable de que volvieras por aquí, esos montes serían ya calles como las que nunca más verás.

No aguanto más aquí, ni un minuto más. Todo lo que soñé y lo que me quedaba por soñar ya no existe, ni existirá jamás. Este no es un mundo para soñadores, unicornio, creo que ya lo habrás aprendido. Supongo que ya lo he visto todo, no puedo ya confiar en una sociedad mejor, más justa. De hecho, parece bastante obvio que la justicia se ha acabado, se ha agotado, ha muerto. Como moriremos nosotros si nos quedamos aquí. No hay ni un minuto que perder. Tenemos que marchar, aprisa.

Sé que no te lo vas a creer unicornio, pero aquí te meten a la cárcel por cantar. Sí sí, como lo oyes, por cantar cosas que no les gustan. Vienen y te encierran. Y ya está. Y te tienes que aguantar, porque no te queda otra, y la única lucha que puedes hacer es la del silencio. Es más, te vas a reir pero no solo te secuestran a ti, ¡secuestran libros! En efecto, cierran periódicos y secuestran libros. Dirás, que tontería, ¿cómo van a secuestrar libros? ¡Pues lo hacen! Llegan, dicen que un libro no se puede vender, y retiran sus ejemplares. ¡Lo hacen, unicornio! Los secuestran pensando que el libro sufrirá el síndrome de Estocolmo y algún día los querrá a ellos. Pero nunca lo hará. Igualmente, te pueden confiscar cualquier tipo de obra. Si tienes una galería de arte, por ejemplo, te pueden decir lo que poner en tus exposiciones. Si no les gusta lo que has hecho, lo que has contratado, lo que has expuesto, te obligan a quitarlo. Y no te puedes negar. Incluso te pueden empapelar si usas las imágenes de sus religiones. Porque se han quedado todo unicornio, también las cosas que no existen, y las que no son de nadie. ¡Se han quedado hasta el sol!

Los políticos roban y no pasa nada, unicornio. Los bancos nos atracan, nos quitan la vida. Todo el mundo estafa y no pasa nada. Ya lo viste con todos aquellos. ¿Y dónde están? Exacto, están en sus chalets con piscina, y en sus cacerías, y en sus campos de golf, disfrutando de lo que nos han robado. Pero, ¡ay como seas tú el que cometa la más mínima irregularidad, unicornio! Irán a por ti como nunca fueron a por los que mandan. Te embargarán tu maravillosa cuadra de unicornios y te mandarán a vivir al raso. Incluso te cortarán el cuerno para venderlo si hace falta, te quitarán todo. Se me olvidaba, ¡en este sitio se tortura unicornio! Aquí se tortura, pero para la gente esto es algo normal.

Unicornio, será difícil escapar, pero no quiero estar en un mundo donde desprecian, insultan o incluso agreden por cuestiones de raza, identidad de género u orientación sexual. Recuerda lo que te pasó con aquellos pegasos. Si no hubiera llegado a tiempo a lo mejor no estarías hoy aquí. No quiero un mundo donde cualquier cosa vale con tal de que ellos sean más ricos. Donde no pasa nada por nada por comerciar con todo. Con la salud, con la educación, con todo lo que se te ocurra. Donde no quieren acoger a las personas que huyen de las guerras que se libran con las armas que ellos les han vendido. ¿Ves eso, unicornio? Es petróleo. Por eso se mata, y se mata mucho.

Me llamaban loco por hablarles de ti unicornio, pero parece claro que los locos son ellos. Y ahora, recoge de una vez. Hay que partir.

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