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Mostrando entradas de noviembre, 2018

Aquel lugar

Superado por las circunstancias y hechizado aún por sus claros ojos negros se vistió sus alas y se dispuso a volar. Nunca fue fácil volar sin rumbo sin saber dónde parar, si bien es cierto que batir las alas sin un destino final predeterminado deja abierto el mundo entero a aquel que emprende su viaje. Ataviado con sus alas del olvido, sobrevoló sabanas, estepas y taigas, océanos, lagos y ríos, volcanes, fallas y cañones, buscando un lugar adecuado para plantar de nuevo sus pies en tierra firme, surcando los aires de los cinco continentes, o de los seis, o de los siete, dependiendo de la opinión del interlocutor al que se le consulte. Hasta que un buen día, ya cansado de volar, decidió parar en aquel paraje inhóspito que, según se decía, llamaban “Vergel del Fuego Eterno”, que ni era un vergel, ni tenía fuego, ni por supuesto y como se demostraría más adelante, era eterno. Era allí donde se unían con perfección el cielo y el mar, donde el horizonte era trazado por los